Por Jose Ángel Planillo
Según la sinopsis, Geneviève Pasquier, de trece años, queda huérfana. Desesperada, decide tirarse a las aguas del Sena para acabar con su vida, pero es salvada por una famosa hechicera que la inicia en el mundo de la magia y la adivinación. Geneviève crece al mismo tiempo que lo hace su belleza; de este modo consigue introducirse en la vida cortesana de Luis XIV, donde desempeñará un arriesgado papel de espía política entre actividades de ocultismo y brujería. Inmersa en ese mundo, la protagonista se verá envuelta en toda clase de intrigas, lances y amoríos para conseguir el fin último: vengarse de los asesinos de su padre. Por la novela, la autora nos muestra una galería de personajes que se mueven con maravillosa naturalidad en ambientes en los que la vida fácil y la corrupción son caldo de cultivo para intrigas y fantasías palaciegas.
Pues bien, con ese "atrayente" gancho, cuando empiezas a leer te das cuenta que de la misa, la mitad. La niña nace ya con cierto don. Además la pobre es poco agraciada y coja por malformación de una pierna, eso sí, lista como ella sola gracias a que al ser la única hija natural de su padre, es éste quien la instruye.
Tras varios sucesos, la repesca una hechicera para su propio beneficio, y con un poco de chapa y pintura (casi literal), la hace pasar por una anciana inmortal, con lo que consigue entrar en la corte como adivina y tratar las intrigas de la trama, que le dan algo de vidilla.
Por lo demás, la obra está tiznada de cierto aire romántico que casi da más juego que todo lo que ocurre en la corte y el París de la época, que al parecer está bastante documentado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario