El microrrelato de María Jesús Villar, profesora de literatura afincada en el Puerto de Sagunto, fue pasando las diferentes fases hasta que fue elegido vencedor de este veterano concurso por un selecto jurado.
María Jesús Villar, vecina del Puerto de Sagunto y profesora en un instituto de Rafelbunyol, se ha hecho con la victoria del XVII concurso anual
'Relatos en Cadena' organizado por el programa La Ventana de la Cadena
SER junto a Escuela de Escritores.
Este
concurso de microrrelatos es una de las secciones más longevas de la
radio española y en él participan cada semana decenas de miles de
personas que mandan sus microrrelatos con la esperanza de ser uno de los
tres escogidos que se leerán en antena y serán sometidos a la votación
del jurado.
Las reglas del concurso establecen que los relatos no
pueden exceder de las 100 palabras, y han de empezar siempre por la
última frase del relato que haya ganado la semana anterior. Tras las
lectura de los finalistas se elige un ganador semanal, que se enfrentará
de nuevo con su texto en una final mensual, cuyos 10 ganadores son
citados en Madrid para una jornada de encuentro donde se escogerá un
ganador final.
Villar se clasificó para la
final de junio, donde se erigió ganadora, con su relato ‘Sin Esperanza’,
que tenía que comenzar con la última frase del ganador anterior “Mañana
podrá comprarle sus malditos cuadernos”, y fue el mejor relato todos
los presentados durante el año para un jurado formado por el poeta y
novelista Benjamín Prado, la escritora y periodista Emma Vallespinós, el
escritor y director de la Escuela de Escritores, Javier Sagarna y la
periodista Mara Torres.
María Jesús Villar,
reside en el Puerto de Sagunto, y ha estado en toda su vida ligada a las
letras, primero como periodista y después compaginándolo con su labor
como profesora de Literatura en el IES Rafelbunyol de la localidad del
mismo nombre.
RELATO GANADOR:
‘Sin Esperanza’
Mañana
podrá comprarle sus malditos cuadernos, cuando venda lo que ha
encontrado en el vertedero. El tejado seguirá con goteras, pero no es
eso lo que le fastidia, sino no haber sido capaz de advertirle de lo
inútil de caminar durante kilómetros para ir a la escuela, porque no
podrá continuar sus estudios: los centros superiores están a días de
distancia. Acabará trabajando en la basura, sabiendo que hay lugares
mejores, porque ha estudiado geografía, que es posible soñar con mundos
distintos, porque ha leído novelas. Y entonces, como a mí, le
enrabietará andar entre cucarachas preguntándose para qué demonios sirve
saber que se llaman coleópteros.
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