Por Jose Ángel Planillo
En ella narra a modo de relato costumbrista, las experiencias de aquellas personas que vivieron en Segorbe la inacabable posguerra de los años 40 y 50 del pasado siglo XX, donde el peso de saberse en la balanza de los vencedores o vencidos era un lastre para sus vecinos. Aunque en sus páginas predomina la ficción, su bella narrativa llevará a que las personas mayores puedan identificarse con las situaciones que se narran, e incluso puedan poner cara a algún protagonista. Al mismo tiempo, a los jóvenes les permitirá conocer las tradiciones de sus mayores, y lo mucho que ha cambiado la ciudad en apenas medio siglo.
También cuenta con un trasfondo histórico totalmente riguroso -como la visita de Franco a Segorbe, el accidente de tren en el antiguo paso a nivel, el reparto de leche en los colegios, el secuestro de la Virgen de la Cueva Santa en Altura, etc-, que plasma la estampa segorbina de aquellos años y dota al texto de una mayor riqueza, pese a contener algún anacronismo intencionado que completa y ayuda a comprender lo que movía a la sociedad de la época novelada.
De esta manera, aunque el texto se presenta como una obra que sigue un hilo narrativo -salvo el último capítulo que cierra varios ciclos referentes a los protagonistas-, también se puede leer por capítulos sueltos, pues a veces la obra parece un compendio de anécdotas y vivencias sueltas, muy sabiamente unidas eso sí pese a carecer de diálogos al uso, pero que pueden ser disfrutadas de forma aislada para conocer las distintas tradiciones y costumbres de un Segorbe que ya hoy casi ha quedado olvidado.
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