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jueves, 11 de noviembre de 2021

CANDILES DE ALBARRACÍN, de Edith Scott Saavedra

Por Jose Ángel Planillo

¿Habéis tenido alguna vez esa sensación de descubrir un libro y necesitar leerlo por el atractivo que os suscita? Pues esa sensación de flechazo es la que tuve con "Los candiles de Albarracín", de Edith Scott Saavedra

En ella confluían una historia de convivencia entre las tres culturas que cohabitaron en suelo hispánico, y el estar ambientada en la espectacular ciudad de Albarracín (Teruel) A las ganas que le tenía, se sumó lo que me costó encontrar (salvo fuerza mayor, huyo de las librerías online), la alegría de localizarlo ¡¡en Albarracín!!, y por fin, hallar el momento para disfrutarlo... O eso pensaba.

De largo, éste libro ha sido el gran chasco del año, si no del lustro. Un infumable, mal escrito o mal traducido (pues a veces deja mucho que desear también), donde tienen cabida un cúmulo de datos extraídos de archivos de época medieval estudiados en universidades americanas, que se insertan cual embutidos a la menor ocasión en diálogos, perfiles de personajes o tramas. 

Cuando los personajes interactúan, en la mayoría de las ocasiones toca deducir quien es el que habla, porque los diálogos carecen de sentido ni identificación de quien habla. Y aunque la trama principal se entrevé con facilidad, las subtramas se mezclan sin ton ni son, para tratar de dar sentido a la historia principal, que da muchísimos rodeos. 

Para más despropósito, contiene escenas importantes narradas en apenas unas líneas (como muertes de personajes relevantes), que aparentemente no afectan a nadie; mientras que otras sin aparente trascendencia ocupan páginas y páginas para aprovechar y meter datos absurdos en lo que a la trama se refiere -casi todos relativos a la alimentación de la época- que aburren y no deja avanzar una historia que termina sin un final claro. 

No me queda ni el consuelo que por sus páginas aparezcan paisajes cercanos de la Sierra Espadán, pues sus personajes paran en Ahín y otro municipio -no especificado, pero que parece Eslida- en su camino de huida hacia Valencia. 

En resumen, un despropósito que ya supone el segundo libro malhadado sobre la ciudad de Albarracín, que de momento tiene mala suerte en aquellos proyectos literarios en los que aparece

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