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lunes, 30 de mayo de 2022

NCLUSO LA MUERTE MIENTE, de Julio C. Cano

 Por Jose Ángel Planillo

Estudié turismo en Castellón hace ya unos cuantos años. Sé que es una ciudad que no cuenta con tantos atractivos monumentales como otras, pese a las notables excepciones que se encuentran en torno a la Plaza Mayor y algún otro lugar puntual de la ciudad.

No obstante, ahora que poco a poco voy conociendo un poquito mejor y más profundamente la capital de mi provincia, me consta que de están ejecutando proyectos e iniciativas muy loables y fructíferos para potenciar su historia y patrimonio.

Pero desde que apareció la serie de novelas de Julio César Cano donde el inspector Monfort se dedica a resolver varios casos policiales por Castellón -por suerte ficticios-, los amantes del turismo literario y gastronómico tienen en esta ciudad una parada obligatoria. Y ya no solo en Castellón ciudad, sino por buena parte de la provincia.

De hecho, ya le he propuesto que podía tratar de organizar una ruta turística por los lugares donde tienen lugar los principales sucesos de sus novelas. Estaría encantado de ejercer de guía... Eso sí, la primera que nos hiciese él de Cicerone.

En esta quinta entrega, titulada "Incluso la muerte miente", también se pone en valor la ciudad de Teruel, visitada en varias ocasiones por el protagonista. Y se ensalza la romería de Los peregrinos de Les Useres hasta Sant Joan de Penyagolosa, una de las montañas mágicas de la provincia.

Como resumen de la misma, en su contraportada podemos leer "El reencuentro en Castellón de tres amigos que fueron juntos al colegio propiciará que asomen fantasmas que creían sepultados para siempre y secretos que jamás deberían desvelarse. Ana es tanatoesteticista, «maquilladora de muertos», tal como prefiere denominar su profesión; Rubén vive de rentas, pero ha arruinado su existencia por culpa de los vicios; y Álex ha vuelto de Santiago de Compostela para, supuestamente, poner en marcha un proyecto teatral. Cuando hallan el cadáver de un hombre en una discoteca del centro de la ciudad, que han incendiado para borrar las huellas del crimen, se disparan todas las alarmas de la policía. Por otro lado, todos en el equipo del comisario Romerales están muy preocupados por la extraña ausencia del inspector Monfort, que lleva demasiado tiempo sin dar señales de vida."

En cuanto al relato en si, su autor logra de nuevo sumergirnos en una historia truculenta donde una serie de sucesos y muertes violentas que se intentan camuflar con incendios implican a varios personajes de los que muy sabiamente nos van dando a conocer, entretejiendo sus vidas en una historia que poco va enlazando las de unos y otros, para concluir componiendo un puzle donde todo encaja, y el menos sospechoso resultar ser el culpable. Adictiva y sorprendente como siempre y no esperaba menos de Julio César Cano, que me ha vuelto a ganar como lector fiel.

Y todo ello acompañado de una seleccionada banda sonora, otra de las características de las novelas de este autor, que además también es músico. Y se nota sus buenos gustos y precisos conocimientos de las canciones e intérpretes para escoger los mejores temas para cada situación.

Sin embargo, a diferencia de las historias anteriores, bien sea porque ya le tengo pillado el tranquillo al estilo del autor, o porque en esta se ha relajado un poco, algunos flecos se ven venir desde nada más empezar y no sorprenden tanto los golpes de efecto.

Y pese a que me encanta que sus novelas ejerzan de embajadoras de nuestra provincia, insertando en su relato o como apuntes entre sus personajes algunos de los atractivos históricos, monumentales, culturales y festivos de la provincia -de hecho, al autor le insisto cada vez que puedo para que el inspector Monfort visite la comarca del Alto Palancia, ahora que tanto sube y baja por la Autovía Mudéjar-, en esta ocasión se ha repetido al dar cuenta de alguna de ellas, y en algún momento, el apunte sobre determinada cuestión de este tipo se ha notado muy forzada.

Lo mismo he notado con otros aspectos de la novela. Me parece genial que para quienes no sepan qué es la tanatoestética se explique de una u otra forma, pero no tantas... O que nos relate la preciosa leyenda de las torres de Teruel durante alguna de las visitas a la ciudad mudéjar, pero no cada vez que va.

En este sentido, hubiese cambiado estas repetidas historias por recordar al lector el porqué ciertos personajes arrastran ciertos trastornos de las anteriores novelas (heridas, desamores, enfermedades...), que aunque algunos tenemos memoria, las neuronas ya nos fallan y el paso del tiempo desde la última novela leída nos ha dejado lagunas que ha habido que repasar. Pero para aquellos que no conocían las novelas anteriores, creo que es necesario repasar un poquito lo ocurrido en las anteriores. Sí se hace con Monfort, del que se nos vuelve a repetir cómo perdió a su mujer -cosa normal, para aquellos lectores que no lo sabían-, y su desarraigo por Barcelona, apego a Vilafranca, y su relación con la Abuela Irene. Pero ¿porqué no recordar lo que ocurrió a Silvia?¿Porqué estaba Rober Calleja ingresado?... Estas repeticiones o recordatorios se hacer necesarios para los nuevos y viejos lectores. Y las he echado en falta.

Conste que hago estas críticas porque me encantan las obras de este autor, y disfruto sobremanera la lectura de cada una de sus novelas. Es más, ésta cayó en cinco tardes-noches. Y ya estoy a la espera de una nueva entrega, que espero llegue pronto, para que no se me olviden las vivencias de los principales personajes, y lo que parece le ha ocurrido a uno de ellos al final de la novela. ¡¡No nos dejes así!! La espera se nos va a hacer larga a tus seguidorese mi provincia, me consta que se están.

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