Por Jose Ángel Planillo
Dado su pequeño tamaño, y aprovechando un hueco que tenía, me he leído esta pequeña joya biográfica sobre Fray Bonifacio Ferrer, que recientemente encontré, escrita en un valenciano con reglas de Lo Rat Penat en 1936, tuvo que esperar 50 años para ser publicada por el propio autor, Miquel Adlert Noguerol, en 1987. No aporta mucho sobre su figura, pero sí me ha sorprendido una pequeña historia o leyenda sobre el porqué se destruyó la cartuja de Valldecrist. Al parecer, existía un tesoro escondido con las joyas de la Virgen, y todo el mundo se lanzó en su búsqueda destrozando el monasterio... Pero nadie lo encontró.
Me ha hecho mucha gracia cómo insiste en el hecho "que la tradición afirma que" fue Fray Bonifacio el autor material de la talla, pero sin aportar datos, fuentes, ni hechos. Y una vez que habla sobre el tema un poco más, después de casi afirmar que la tradición la trajeron los cartujos llegados de Scala Dei, enseguida recula e insiste en su autoría. Claro, teniendo al canónigo Pedro Morro, su tío, como principal fuente de datos, normal que piense de esta manera...
También alguna foto antigua del pozo, la fachada de la iglesia, del lavadero segorbino que recogió parte de las arcadas del claustro...
En fin, pequeñito pero resultón, aunque tras leer el trabajo de Albert Ferrer sobre este ilustre cartujo, no aporta nada nuevo. Es éste otro título un profuso y analítico perfíl biográfico sobre Fray Bonifacio Ferrer
(Valencia, 1355-Altura, 29.IV.1417), que salió publicado el año que se conmemoraba el VI centenario de su óbito.
El libro fue editado por la prestigiosa editorial austríaca Analecta Cartusiana, en colaboración con la Asociación Cultural Cartuja de Valldecrist (Altura) y la Associació ‘Amics del Papa Luna’ (Peníscola),
y lleva por título Bonifacio Ferrer (1355-1417) y su
tiempo según sus primeros biógrafos, los cartujos Juan B. Civera y Joaquín Alfaura.
Albert Ferrer Orts es profesor del Departament d’Història de l’Art de la Universitat de
València, y uno de los más prestigiosos investigadores de las cartujas valencianas, gracias a sus indagaciones a propósito
de la trascendencia de la Orden cartuja y algunos de sus conventuales
más sobresalientes en tierras valencianas. Una labor en la que también destacan
sobremanera investigadores de la talla de Francisco Fuster Serra, Josep-Marí Gómez i Lozano, Josep-Vicent Ferre Domínguez o Miguel Ángel Català Gorgues entre otros.
La obra, editada a color y de 231 páginas, se divide en cuatro grandes partes:
-1) la fortuna historiográfica de Bonifacio Ferrer,
-2) el contexto histórico que transitó,
-3) su perfil biográfico actualizado, y
-4)
la transcripción de las dos primeras biografías que a este le dedicaron
a mediados del siglo XVII los cartujos Juan B. Civera (desde Portaceli,
Serra) y Joaquín Alfaura (desde Valldecrist), los dos pilares sobre los
que se asienta su fortuna historiográfica.
El
libro, en suma, es un recorrido ameno y muy bien ilustrado por los
vericuetos que vivió este prohombre de la capital del reino caído en
desgracia entre 1389 y 1396 que, con su ingreso como cartujo en
Portaceli, verá recompensada su desdicha y abnegación al acceder
progresivamente a las más altas dignidades en su orden y participar en
los más arduos asuntos de la cristiandad católica y política de su
tiempo, como el Cisma de Occidente y el Compromiso de Caspe. Un trabajo
que, de igual modo, está confeccionado para satisfacer las expectativas
de los lectores más exigentes gracias a un denso aparato crítico que
recoge las fuentes y la bibliografía consultadas al efecto.
Este estudio contribuye decididamente a sacar de la penumbra su legado, ensombrecido
desde antiguo por la extraordinaria dimensión alcanzada por su hermano, el santo dominico San Vicente Ferrer. El
libro sobre Bonifacio Ferrer ha tenido además una difusión
internacional a través de la Universidad de Salzburgo, donde se encuadra
Analecta Cartusiana, prestigiosa colección impulsada por el Dr. James Hogg,
reconocido impulsor de los estudios cartujanos homenajeado
sucesivamente en El Puig de Santa Maria (2003) y Altura (2008) por sus
colegas valencianos
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